Ceuta entre dos Mares

Ceuta entre dos Mares
Nunca desistas de un sueño. Sólo trata de ver las señales que te lleven a él.Paulo Coelho.

viernes, 30 de enero de 2009

Ya nada importa


Me fui caminando, la tarde caía
el viento frío mi cuerpo entumeció
tú no eres quién yo quería
te hablo y no te llega mi voz.
Tu corazón ajeno a mi llanto
tus palabras duras, tu mirada
lo peor, esa mirada de desencanto
en la que antes me sentía amada.
Suelo que piso se resquebraja;
En el horizonte vacío de sueños
cielo que miro tormentas se desatan
intento encontrar algo del ayer.
Esa sutil línea se aleja a cada paso
escapando de mis manos llenas de fe.
Entre tantos sueños rotos y llanto
ya nada importa en mi atardecer.
Con la luz sombría que el sol me deja
veo mi silueta como una sombra gris
solo es el reflejo de una gran pena
que camina lenta muy cerca de mí.


Nine




sábado, 24 de enero de 2009

Si una espina me hiere




Si una espina me hiere, me aparto de la espina, ...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, esquivase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro ambiente de amor y caridad.
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¿Qué logran los rencores? Ni restañan heridas, ni corrigen el mal. Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores, y no prodiga savias en pinchos punzadores: si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia; y si notare en ellas algún rojo vivaz, ¡será el de aquella sangre que su malevolencia de ayer vertió, al herirme con encono y violencia, y que el rosal devuelve, trocado en flor de Paz!
Amado Nervo






lunes, 19 de enero de 2009

Solo en mis recuerdos1

Siempre recuerdo un lugar recoleto con flores: jazmines, buganvilla…

Estaba bajando la Avenida de los Reyes Católicos. Un poco más arriba de lo que llamaban la “cuestecilla”. Una escalerita estrecha entre montes que subía hasta unas casas, delante de ellas una casa pequeñita, cerrada, en cuya ventana más cercana a la escalera se enredaban las flores y allí en el alféizar de mosaicos, montaba yo mi casita, y me ponía a jugar como si tuviera una casa con jardín.

De vez en cuando asomaba por la esquina la cara de mi madre, que viéndome tan distraída y que allí seguía se marchaba hasta que otra vez y pasado un pequeño rato volvía para verme.

Nunca estaba sola porque siempre alguna amiga, se convertía en vecina mía al traer sus juguetes y exponerlos en otro sitio al lado de una de las casas que estaba en el rincón. Teníamos cinco o seis años.

La visitaba siempre que iba a Ceuta, la pequeña casita un día desapareció, el lugar permanecía muy parecido al de mi infancia aunque en la cuestecilla ya hacía mucho tiempo que hicieron una escalera ancha.

Descubrí hace tres años, que todo estaba muy cambiado. Una escalera paralela a la carretera era la que facilitaba el único acceso a ese lugar que había sido cercado y las casas aisladas de la escalera ancha (situada más abajo) de tal forma que las casitas tienen delante una especie de terraza hermosa, con precioso suelo y con balconada a la avenida, con una cancela justo al terminar la escalera que yo no me atreví a traspasar pues el lugar antes de paso ahora era territorio privado y no era cuestión de entrar en aquel sitio sin permiso ni excusas.

Lo miré desde fuera, y me convencí de que ese lugar tal como era antes ya solo existiría en mis recuerdos.

Nunca más he vuelto por allí. Solo lo visito con la imaginación y se está bien sentada en la escalera, meditando bajo aquel cielo. De vez en cuando “pasa” alguien conocido y me saluda con cariño, con una sonrisa. Nada más necesita mi corazón para volver a ser feliz cómo cuando era una niña tan querida.



Nine





martes, 13 de enero de 2009

Grité tu nombre


Grité tu nombre desde los montes

de mi adorada sureña Bahía

solo me oyeron zarzas y espinas,

soledad… de la que hiere el alma.

Ya nada conseguirá que te nombre.


Soy una persona que camina

entre los llantos de otras bocas

el mío en mi garganta se ahoga,

los ojos me traicionan cada día.

Dejan escapar unas lágrimas cautivas,

olvidar tu recuerdo lo único que ambiciono

lo conseguiré aunque empeñe en ello la vida.

Mirando al Sur, al Mediterráneo eterno,

el Poniente se cuela hasta el alma,

la Ciudad coqueta se mira en ese espejo

cada día más bonita se ve en esas aguas.

Yo, cómo en mis sueños de chiquilla, intentaré imitarla.



Nine



domingo, 11 de enero de 2009

jueves, 8 de enero de 2009

Y yo...


...Y yo... muero sola cada día
cada día un poco más,
sola, lamiéndome las heridas
que tu desamor hacen perdurar.

El viento frío del invierno
sopló de nuevo golpeándome la sien
me alejo de tu lado sin remedio
me puso contra la pared.

...Y yo que sufro tu fingida indiferencia
tantas veces que ya no sé qué hacer
si sufrir en silencio tu abandono
o marcharme y jamás volver.

Me asomo con pesar a la ventana
para imaginar qué harías si te dejo,
tiemblo de miedo y enloquezco
al pensar qué haría yo si tú te marcharas.


Nine

lunes, 5 de enero de 2009

Reyes Magos


Jesús nació en Belén de Judea cuando gobernaba el rey Herodes. Y he aquí, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén, preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque al ver su estrella en el oriente, hemos venido para adorarle.(…)Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Evangelio según San Mateo, 2, 1-12





Apenas su padre se había sentado, al llegar a casa, dispuesto a escuchar como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta, en voz baja, como con miedo, le dijo: «¿Papá?»-Sí, hija, cuéntame. -«Oye, quiero... que me digas la verdad». -Claro, hija. Siempre te la digo , respondió el padre un poco sorprendido. -«Es que...», titubeó Cristina. -Dime, hija, dime. -«Papá, ¿existen los Reyes Magos?»El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.-«Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?»La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña, y tragando saliva le dijo: -¿Y tú qué crees, hija? -«Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado, me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso».-Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero... -«Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!» -No, mira, nunca te hemos engañado, porque los Reyes Magos sí que existen , respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina. -«Entonces no lo entiendo, papá».-Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar, porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla , dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.Cristina se sentó entre sus padres, ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:-Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente, guiados por una gran estrella, se acercaron al Portal para adorarlo. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo: "¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían"."¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo".Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó: "Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito..."Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió, y la voz de Dios se escuchó en el Portal: "Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?""¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas-. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes, no existen tantos"."No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno, sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo"."¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible?", dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración."Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños y conocer muy bien sus deseos?", preguntó Dios. "Sí, claro, eso es fundamental", asistieron los tres Reyes."Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?" Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír: "Puesto que así lo habéis querido y para que, en nombre de los tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, Yo ordeno que, en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte, regalen a sus hijos los regalos que deseen.También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y, a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del belén, recordarán que, gracias a los tres Reyes Magos todos son más felices".Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó, y dando un beso a sus padres dijo: -«Ahora sí que lo entiendo todo, papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado». Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano, mientras decía: -«No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero», y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.




Cuento anónimo