Voy bajando el sendero lleno de helechos, una alfombra de caracolillas y musgo acompaña con sus típicos ruidos mis pasos, mientras me hundo en mis pensamientos batallando por salir a flote entre tanta incertidumbre.
En la lejanía creo ver tu silueta esperándome con paciencia, es una actitud que me reconforta y hace el camino más llevadero y esperanzador.
Mi alma de niña me dice que confíe en ti y me agarre de tu brazo amigo. La mujer que se ve fuera de ese almita es desconfiada y orgullosa- teme al dolor del amor como a cien varas de nardos- se muestra reticente, teme que cuando llegue al jardín de los árboles del Amor hayas desaparecido y solo quede el aura que te envolvía.
El sendero se torna tortuoso, no puedo caminar tan alegremente como lo hacía antes cuando era tan inocente y confiaba en todo el mundo. Clamo a las puertas de mi fortaleza, están cerradas, nadie me oye, un silencio sepulcral la rodea. ¡Cielos!, ¿tan sola estoy? Y sacando fuerzas de flaquezas me interno más en el serpenteante sendero que me lleva… ya no sé a dónde, he perdido el Norte pero no quiero desandar el camino, estés o no esperándome, llegaré.
Rompo los puentes, si hay que huir que sea hacía adelante.
Nine
2 comentarios:
Precioso relato, Nine. Me gusta el blog y tus escritos. Lo sabes de siempre.
Mil besos.
P.D/ Te escribiré hoy.
Muchas gracias Malena,eres muy amable,te agradezco mucho tu visita.
Un fuerte abrazo para tí.
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