Nada más acabar de planificar mi viaje a París se hizo notar, “ella” esa musa que casi siempre me acompaña sentadita en mi hombro. Quería venir conmigo, vivir esa emocionante experiencia y poder hablar después con conocimiento de causa.
-¡Ah, ni hablar!-le dije rotunda.
-¡Nine, Nine!, ¿no te das cuenta que te lo pido por educación? No tengo problema en presentarme allí contigo…pero mejor hacerlo con tu consentimiento.-Susurró en mi oído sin el menor reparo en disimular que es muy parecida a mí en la forma de pensar, ver la vida… (tengo que admitir que ella es más optimista que yo y siempre ve la botella medio llena, la parte buena en los peores momento ,si, me ha enseñado a no sufrir por nimiedades, ser fuerte en las adversidades, le debo mucho).
-Este viaje lo he soñado desde que tenía ocho años y unas encantadoras vecinas me trajeron de París un broche con una Torre Eiffel, que yo me ponía en las blusitas, abrigos, rebecas…por fin lo voy a realizar y no lo quiero compartir con nadie que no sea mi pareja, ¡solos, mi pareja y yo!-le dije con firmeza, aunque comprendía que lo deseara tanto como yo.
Creí que así había quedado claro y no me sorprendería con su presencia, sin embargo cuando iba a la altura de Poitiers, me volví a coger el mapa del asiento de atrás y allí estaba sentada, muy calladita mirándome con ojos de cordero degollado, es tan dulce, sensible (en esto me encantaría parecerme a ella) bastante tímida en el fondo que me dio pena decirle nada aunque solo con la mirada le habría dicho todo. Miré adelante resignada pero dispuesta a ser yo y no dejarme influenciar por sus ideas, a veces imposibles de llevar a cabo, yo sueño con los pies en la tierra, ella no sé hasta dónde es capaz de llegar soñando, imaginando…
Creí que así había quedado claro y no me sorprendería con su presencia, sin embargo cuando iba a la altura de Poitiers, me volví a coger el mapa del asiento de atrás y allí estaba sentada, muy calladita mirándome con ojos de cordero degollado, es tan dulce, sensible (en esto me encantaría parecerme a ella) bastante tímida en el fondo que me dio pena decirle nada aunque solo con la mirada le habría dicho todo. Miré adelante resignada pero dispuesta a ser yo y no dejarme influenciar por sus ideas, a veces imposibles de llevar a cabo, yo sueño con los pies en la tierra, ella no sé hasta dónde es capaz de llegar soñando, imaginando…
Aquella noche salimos a ver París, paseo a lo largo del Sena, nos encontramos con la Torre Eiffel iluminada, aquello era un sueño cumplido, me pellizqué para ver que no estaba soñando, oía gritos de alegría dentro de mí.
Al día siguiente después de madrugar bastante y viajar en Metro, llegamos a los pies de la Torre Eiffel, subimos hasta el segundo piso, las vistas son impresionantes, me comprendéis los que habéis subido y a los que no lo han hecho aún, les animo a que lo intenten. De repente la sentí cerca, me hice la indiferente, no quería percibir ni una sola opinión de “ella”, yo tenía ya mi impresión de esta visita. La envié con el pensamiento al tercer piso, me fui a desayunar a la cafetería y después a la tienda de souvenir.
Sentados en la terraza del “Café du Trocadero” en la Plaza del mismo nombre, volvió a aparecer muy contenta e inspirada.-No sabes lo que te has perdido Nine, hay que subir al tercer piso, es de impacto, ¡cómo se movía !-me susurró mirándome con cara de resignación, conocedora de mi cobardía a las alturas extremas, pero sin conseguir que su comentario me afectara lo más mínimo, yo estaba muy satisfecha con haber visto la Torre in situ y subir al segundo piso era para mí el acabose. Y no me creo que subiera.
Después de comer nos preparamos para visitar en la isla de la Cité, la Catedral de Notre Dame, dejamos el coche en el quartier d`Anjou en la isla de Saint Louis y andando llegamos hasta la hermosa Catedral, esta visita con sorpresa, nos llevó toda la tarde.
Cuando salimos de allí era de noche, con el tiempo justo para cenar en la braserie “L `ombre de Notre Dame”. Esa noche caí en la cama como un saco, no sé qué fue de “ella”, se iría a ver París la Nuit, jajaja, no creo, estaría tan cansada como yo, después de subir los 460 escalones hasta las torres de la Catedral, admirar la hermosa campana de la torre Sur.
Al día siguiente visitamos el Louvre, era otro de mis objetivos ver a la Gioconda, enseguida empezó a convencerme de que tenía que ver muchas más obras que era insólito ir al museo y no ver a la Venus de Milo. Tuve que darle la razón. Teníamos que intentar ver algunas de las 300 obras que no te puedes perder del Museo del Louvre.
De pronto oí:
-¡No podemos irnos de aquí sin ver la Venus de Milo! Esta vez no fue “ella”.
Imposible ver el Louvre en las ocho horas que pasamos allí, pero conseguimos visitar muchas salas. Desayunar en la cafetería al aire libre en una amplia terraza dónde nos hicimos unas fotos con la pirámide de fondo. Comimos en la cafetería debajo de la pirámide. Todo precioso.
Como broche final a este día, hicimos compras en las elegantes tiendas que están debajo del Jardín de las Tullerías, paseamos por ellos, ver el Arco de Carrusel.
Los siguientes días de estancia en París los dedicamos a conocer los lugares más emblemáticos de la ciudad, Monmartre, la Torre Montparnasse, Los campos Elíseos, el Arco del Triunfo, Barrio Latino, el Sacre Coeur, la Plaza de la Concordia, Galerías Lafayette…etc. La musa lo pasó de lo lindo, se portó bien pues me dejó ser yo misma, tener conversaciones con mi pareja sin influir en nada…
Al día siguiente después de madrugar bastante y viajar en Metro, llegamos a los pies de la Torre Eiffel, subimos hasta el segundo piso, las vistas son impresionantes, me comprendéis los que habéis subido y a los que no lo han hecho aún, les animo a que lo intenten. De repente la sentí cerca, me hice la indiferente, no quería percibir ni una sola opinión de “ella”, yo tenía ya mi impresión de esta visita. La envié con el pensamiento al tercer piso, me fui a desayunar a la cafetería y después a la tienda de souvenir.
Sentados en la terraza del “Café du Trocadero” en la Plaza del mismo nombre, volvió a aparecer muy contenta e inspirada.-No sabes lo que te has perdido Nine, hay que subir al tercer piso, es de impacto, ¡cómo se movía !-me susurró mirándome con cara de resignación, conocedora de mi cobardía a las alturas extremas, pero sin conseguir que su comentario me afectara lo más mínimo, yo estaba muy satisfecha con haber visto la Torre in situ y subir al segundo piso era para mí el acabose. Y no me creo que subiera.
Después de comer nos preparamos para visitar en la isla de la Cité, la Catedral de Notre Dame, dejamos el coche en el quartier d`Anjou en la isla de Saint Louis y andando llegamos hasta la hermosa Catedral, esta visita con sorpresa, nos llevó toda la tarde.
Cuando salimos de allí era de noche, con el tiempo justo para cenar en la braserie “L `ombre de Notre Dame”. Esa noche caí en la cama como un saco, no sé qué fue de “ella”, se iría a ver París la Nuit, jajaja, no creo, estaría tan cansada como yo, después de subir los 460 escalones hasta las torres de la Catedral, admirar la hermosa campana de la torre Sur.
Al día siguiente visitamos el Louvre, era otro de mis objetivos ver a la Gioconda, enseguida empezó a convencerme de que tenía que ver muchas más obras que era insólito ir al museo y no ver a la Venus de Milo. Tuve que darle la razón. Teníamos que intentar ver algunas de las 300 obras que no te puedes perder del Museo del Louvre.
De pronto oí:
-¡No podemos irnos de aquí sin ver la Venus de Milo! Esta vez no fue “ella”.
Imposible ver el Louvre en las ocho horas que pasamos allí, pero conseguimos visitar muchas salas. Desayunar en la cafetería al aire libre en una amplia terraza dónde nos hicimos unas fotos con la pirámide de fondo. Comimos en la cafetería debajo de la pirámide. Todo precioso.
Como broche final a este día, hicimos compras en las elegantes tiendas que están debajo del Jardín de las Tullerías, paseamos por ellos, ver el Arco de Carrusel.
Los siguientes días de estancia en París los dedicamos a conocer los lugares más emblemáticos de la ciudad, Monmartre, la Torre Montparnasse, Los campos Elíseos, el Arco del Triunfo, Barrio Latino, el Sacre Coeur, la Plaza de la Concordia, Galerías Lafayette…etc. La musa lo pasó de lo lindo, se portó bien pues me dejó ser yo misma, tener conversaciones con mi pareja sin influir en nada…
8 comentarios:
Mi querida Nine: Es maravilloso "patear" París en cualquier época del año. Tiene un encanto, una magia que la hace diferente a cualquier otra capital europea, aunque todas tengan algo especial.
No sabes lo que me alegro de que hayas disfrutado tanto, no sólo tú sino tu otra Nine que también hizo de las suyas.
Lo has contado de una forma encantadora que hace que todo el mundo quiera volar a París.
Mil besos, Nine.
Maravilloso nine...
Excelente post!
ojala yo alguna vez pueda ir.
Gracias Malena, me alegra que te gustara el post
Lo pasé muy bien y te digo que la otra no se llama Nine, la llamo con otro nombre, el que me gustaría tener si no tuviera el que tengo.
Un beso fuerte, cariño.
Carla, tienes que animarte e ir a París, yo he tardado muchos años en conseguirlo pero ahora creo que volveré porque me quedaron muchas cosas por ver y además el solo hecho de pasear por París es muy emocionante.
Gracias por tus palabras.
Besos.
París, París...ya iremos.
Excelente.
Un abrazo.
Bienvenida María Susana, gracias por tu visita.
Y sí, tienes que ir, verás que es cierto lo que digo: te enamorarás de París.
Y "de paso" visita España.
Un beso fuerte.
El café de al lado de "Café du Trocadero" se llama "café Kleber". Tengo una historia escrita allí.
En realidad tengo una historia escrita en Montmartre, una historia escrita en la plaza de L'hotel de Ville, una... historia en cada rincón.
Yo tengo una musa. Se llama París.
Un beso Nine.
¡Qué sorpresa tan grata estimado Antifaz!, me parece magnifico que sea así, y lo entiendo perfectamente que tu musa se llame París porque verdaderamente es una gran fuente de inspiración.
Me encantó la ciudad, sus gentes mucho más amable de lo que imaginaba, el ambiente cosmopolita. Ciudad muy acogedora.
Por la fecha que era había que guardar grandes colas para entrar en los monumentos, etc., pero mereció la pena con creces, pero es que solo pisar París ya me emocionaba y es que la he soñado tantos años que no posía creer que yo estuviera por fin allí.
Por ser la primera vez me conformé con poco pero la siguiente visita que haga seré más exigente y espero abarcar todo lo que no pude ver o ví desde el coche.
Gracias por tu comentario y por compartir ese sentimiento.
Besos.
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