Éramos tan jóvenes...teníamos tantos sueños por cumplir...
Paseábamos por aquella arboleda y luego seguíamos el sendero hasta la playa. Bajábamos las escaleras despacio con aquel perrito que siempre se animaba a acompañarnos en nuestros paseos vespertinos. Tu mano asía fuerte la mía y yo me sentía segura, protegida por la fuerza que emanaba de tus ojos cuando me mirabas.
Sentados en las rocas el mar nos mojaba con aquellas gotas espumosas que parecían encajes, algunas, la cara y la ropa, nosotros intentábamos no movernos, pero cada ola que venía lo hacía con más fuerza y así alguna casi nos pasó por encima, entonces salíamos corriendo hasta la orilla con una risa nerviosa en mi caso y allí nos besábamos como dos sedientos, los besos sabían a sal, ¡qué ricos estaban!
¡Qué lejos quedan esos recuerdos!
Te miro a hurtadillas, tú inmerso en la lectura de algún libro o bien viendo una película de la que no quieres perderte ni un solo cuadro, si no, navegas por Internet horas y horas sin volver a puerto dónde yo te espero con los brazos abiertos.
¿Habré perdido mucho encanto? Parece que no porque de noche te abrazas a mí como si te fuera la vida en ello y te recupero de todo el día perdido, luego, nos dormimos cada uno por su lado. Si faltas un día te echo mucho de menos y si falto yo te ocurre lo mismo, sin embargo, los silencios son cada vez más grandes; tú sabes mi vida y yo la tuya, esto da la tranquilidad de saber con quién está uno, espero que no por causa de aburrimiento, por eso, nunca te hago creer que estoy conquistada del todo, que aún queda en mí alguna torre o almena por conseguir. Te hago rabiar un poco fingiendo que no te quiero tanto como te quiero y tú hombre seductor dónde los hayas lo intentas una y otra vez incansable en la lucha ganando todas las batallas.
Pero te quiero...mucho...no sabes ni podrás imaginar nunca, ¡cuánto! Contigo todas las noches son azules. Gracias, amor mío.
Nine
Paseábamos por aquella arboleda y luego seguíamos el sendero hasta la playa. Bajábamos las escaleras despacio con aquel perrito que siempre se animaba a acompañarnos en nuestros paseos vespertinos. Tu mano asía fuerte la mía y yo me sentía segura, protegida por la fuerza que emanaba de tus ojos cuando me mirabas.
Sentados en las rocas el mar nos mojaba con aquellas gotas espumosas que parecían encajes, algunas, la cara y la ropa, nosotros intentábamos no movernos, pero cada ola que venía lo hacía con más fuerza y así alguna casi nos pasó por encima, entonces salíamos corriendo hasta la orilla con una risa nerviosa en mi caso y allí nos besábamos como dos sedientos, los besos sabían a sal, ¡qué ricos estaban!
¡Qué lejos quedan esos recuerdos!
Te miro a hurtadillas, tú inmerso en la lectura de algún libro o bien viendo una película de la que no quieres perderte ni un solo cuadro, si no, navegas por Internet horas y horas sin volver a puerto dónde yo te espero con los brazos abiertos.
¿Habré perdido mucho encanto? Parece que no porque de noche te abrazas a mí como si te fuera la vida en ello y te recupero de todo el día perdido, luego, nos dormimos cada uno por su lado. Si faltas un día te echo mucho de menos y si falto yo te ocurre lo mismo, sin embargo, los silencios son cada vez más grandes; tú sabes mi vida y yo la tuya, esto da la tranquilidad de saber con quién está uno, espero que no por causa de aburrimiento, por eso, nunca te hago creer que estoy conquistada del todo, que aún queda en mí alguna torre o almena por conseguir. Te hago rabiar un poco fingiendo que no te quiero tanto como te quiero y tú hombre seductor dónde los hayas lo intentas una y otra vez incansable en la lucha ganando todas las batallas.
Pero te quiero...mucho...no sabes ni podrás imaginar nunca, ¡cuánto! Contigo todas las noches son azules. Gracias, amor mío.
Nine
2 comentarios:
Preciosa declaración de amor, Nine. ¿Por qué no te lanzas a visitar otros blogs para que te conozcan?
Un beso muy grande.
Querida Malena, a ver si logro tener tiempo para hacer visitas, gracias por el consejo,
intentaré seguirlo.
Muchos besos.
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